Noviembre de 2016
Tijuana, B.C., México
El “Atlas del jazz en México” es un diálogo. Un diálogo intimo entre el autor y los músicos entrevistados, un diálogo entre dos épocas; la contemporánea y la época de oro del jazz.
El historiador británico E. H. Carr decía: “El diálogo entre el presente y el pasado, es un diálogo no entre individuos abstractos y aislados, sino entre la sociedad actual y la sociedad de ayer”.
Este es un libro que se apoya en la historia oral del jazz en México, excelente forma documental para conocer sobre este género musical. En los diálogos del libro así como también en el jazz, hay improvisaciones entre el autor y los entrevistados, historias que se transportan de una época a otra, entre personajes distintos.
Como decía George Gershwin: “El Jazz se parece mucho a la vida, lo mejor es cuando se improvisa”.
Los relatos sobrepasan las líneas divisorias entre los diferentes estados de la república, sin embargo lo más trascendente es cómo desvanece los muros entre México y Estados Unidos.
Cuando recibí el libro, hace menos de una semana, supe que no iba ser posible leerlo todo y opté por tomar una ruta crítica, (crítica para mí), y recorrí por sus páginas los estados de la frontera. Inicié por Baja California, de ahí me fui a Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Al final de la ruta, decidí buscar una sinopsis en el Valle de México. En ese capítulo sobre el Valle de México me di cuenta de que la tesis que yo tenía sobre como llegó el jazz a México podría tener validez. El músico y autor Roberto Aymes comenta en el libro, que los embudos de entrada del jazz a México fueron Veracruz, Yucatán, Ciudad Juárez y Tijuana.
“Lugares muy importantes por donde ha permeado y donde han crecido mucho de los grandes creadores de nuestro jazz…”
Al leer las anécdotas de los músicos de los estados fronterizos me di cuenta de la gran relación que hay entre México y Estados Unidos, entre Baja California y California o Tamaulipas y Nueva Orleans. Y aunque México no es tan conocido en el mundo del jazz, sí tiene su lugar como parte de la raíz originaria… por México llegaron muchos ritmos del caribe y de nuestro país a mezclarse con la música criolla de Estados Unidos.
Es esta gran hibridación la que nos aporta la música de Tijuana. Personajes como Jelly Roll Morton que viajó de Nueva Orleans a Los Ángeles y después llegó a Tijuana a trabajar como pianista. O el gran Charles Mingus, quien rondaba las calles del Centro en busca de inspiración para su Tijuana Moods. Para el norteamericano tocar en Tijuana era una especie de liberación; y para los músicos locales una incesable fuente de trabajo. En Tijuana el jazz se tocó mucho, pero se grabó poco.
“¡El jazz como los plátanos, debe de consumirse al instante!”
Jean Paul Satre:
Historias como esta son las que este libro recupera… En lo personal, me da mucho orgullo encontrar entre sus páginas, referencias de mi padre, Rodolfo Peralta, y mi tío, Humberto Peralta; —“Los Platos”—, como les decían los músicos de la ciudad.
Finalmente, el autor le brinda un espacio a los músicos jóvenes, que intentan mantener este gran género con vida por las calles y lugares de Tijuana.
Felicidades a su autor, Antonio Malacara Palacios.
René Peralta