Xoloitzcuintles 1 – Tijuana 0
La historia provee poco más allá de una lista de los que se han apropiado de la propiedad de otros.
Era una tarde asoleada de verano en 1976, y a mis escasos 8 años corría por los amplios pasillos del Hipódromo Agua Caliente atravesándome entre meseros, apostadores y turistas que pasaban entre las butacas hacia la zona de apuestas, otros parados de frente a los televisores que repetían la carrera anterior. Mi padre sentado en una butaca en el tercer piso con sus binoculares a lado revisaba su lista de posibles ganadores, el programa en formato de libro bastante rayado con apuntes y sugerencias que nunca cesaban de llegar hasta los últimos minutos antes de iniciar la carrera. Cuando hacían la ultima llamada para colocar apuestas corría hacia la pista para ver a los caballos de pura sangre y sus increíbles jinetes –jockeys– pasearse por enfrente de los espectadores, aquellos que les gustaba presenciar las carreras bajo el sol y el aire fresco de esas tardes. Después de la última carrera subía por las escaleras eléctricas buscando a mi padre y esperando que la suerte lo haya acompañado, por que de ella dependía si obtenía mi domingo. Al finalizar el día cruzábamos la calle hacia el Hotel Country Club donde mi padre se tomaba una cerveza y yo disfrutaba una soda -coca cola de botella- en el Bar Las Campanas. Después ir a las carreras en domingo se hizo costumbre y poco a poco aprendí a leer el programa, reconocer a los jockeys y de ves en cuando ganar una carrera con un cierre de foto. Para entonces el 5-10 ya no se llamaba tal cual ahora era el pick 6 y la perfecta se cambio a exacta.
El Hipódromo que presencie fue el reconstruido después de aquel incendio de 1971, incidente que hasta ahora no se sabe si fue accidente por una falla eléctrica o parte de la sentencia que obtuviera su administrador John Alessio en una corte federal en San Diego por evadir el pago de impuestos y fraude en los Estado Unidos. Sin embargo la época de Alessio (1954 – 1971) fue considerada la época de oro del Hipódromo Agua Caliente por sus premios que rebasaron los ciento de miles de dólares, diseño del casco de montar así como su uso obligatorio por primera vez en la historia del deporte y tener los mejores jinetes (como el famosos William Shoemaker) y entrenadores (Willie Molter). Hay que recordar que Alessio fue el que inició con los festivales populares brindando apoyo a la comunidad con eventos familiares donde se regalaban juguetes a los niños de Tijuana y a sus madres una bolsa con productos de la canasta básica, todo con la intención de ayudar a la población y sin intereses políticos como lo hace el actual administrador. Alessio hizo un gran esfuerzo por que el hipódromo fuera accesible a toda la ciudadanía así como a los turistas de Estado Unidos. Se implementó un servicio de trasporte entre la línea internacional y el hipódromo, y por 15 dólares se podría viajar en avión desde Burbank o Long Beach hacia Brownfield para después subirse al camión rumbo al hipódromo. Con una capacidad de 17,000 espectadores y un sistema sofisticado de video y transmisión por televisión el hipódromo fue un paraíso hípico para jockeys, entrenadores y un gran eslabón de la cultura y economía de Tijuana, porque del Hipódromo Agua Caliente dependían familias y negocios del sector turístico.
La historia del deporte de reyes en Tijuana es parte del origen de esta ciudad. El primer hipódromo fue construido en 1915 por James Coffroth y un grupo de inversionistas que juntos crearon la Empresa del Hipódromo de Tijuana. Con la legalización de los juegos de azar en Baja California por el Presidente Porfirio Diaz, los permisos para establecimientos de apuestas eran inversiones seguras. Croffroth se asocia con John D Spreckels para crear una vía de ferrocarril que transportara a los amantes de las carreras desde el San Diego Depot. Spreckels era el dueño del San Diego & Arizona Raiload, y gran impulsor del crecimiento de la zona urbana de San Diego así como de Tijuana. El primer hipódromo fue construido en el área del Rió Tijuana cuando la ciudad solo contaba con 1500 habitantes, y de acuerdo al biógrafo del hipódromo, David Jiménez Beltrán, “el desarrollo de la ciudad (Tijuana) puede trazarse con una sola palabra; hipódromo”.El hipódromo creo una reacción en cadena de restaurantes, comercios y hoteles que iniciaron cerca del inmueble y después se trasladaron a la Avenida Revolución. (Beltrán 2004)
inmueble.
Desde la llegada de la última “administración” el inmueble sufre cambios radicales, los empleados se retiran forzosa o voluntariamente y la historia de las carreras de caballos en Tijuana así como la economía que dependían de este recinto se colapsó. El Hipódromo de Tijuana se convierte en un parque temático personal, sus caballerizas en un desarrollo para los nuevos ricos de Tijuana con barda y equipos de seguridad. Un cadáver que quedó esperando ser resucitado por el siguiente Alessio, un personaje inteligente que supiera navegar entre lo ilícito y lo legal sin causar estragos a la sociedad, que supiera hacer negocio, respetando y beneficiándose de un pasado e historia de la ciudad. Durante los últimos meses cada vez que salgo de mi casa al trabajo percibo los cambios al inmueble y me trae recuerdos de esos domingos de carreras. La semana pasada los Tijuanense supimos cual fue el propósito de esos cambios, la construcción de un estadio de fútbol para un equipo de segunda división propiedad de su administración. Con el lema de que Tijuana se merece un espacio de esta naturaleza, nos dieron atole con el dedo. Se comenta que en México el fútbol es cultura, pero hoy en Tijuana se convirtió en el aliado del urbicidio, funcionó como un mecanismo perverso y devastador de la historia cultural y urbana de la sociedad Tijuanense.
Rene Peralta