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Author: Rene

Matthew Barney

Robert Irwin


Los siguientes dos días la pasamos en SF visitando los lugares de costumbre como el SFMOMA. Antes había visitado el museo y aunque la arquitectura de Mario Bota no es de mi agrado (Bota hacia buena arquitectura residencial – el cambio de escala a edificios públicos son problemáticos para el) el museo tiene una muy buena colección de arte moderno y esta vez me toco ver la obra de Matthew Barney titulada Drawing Restrained. Artista de SF pero con reputación internacional, Barney trabaja en diferentes escalas y con todos los medios disponibles. La obra que me impresiono mas fue la que esta hecha en resina – esculturas o mas bien maquetas en tamaño real de paisajes, muelles y objetos diversos – todo muy visceral. Caminando por la colección permanente pase por la escultura de Robert Irwin (mi viejo patrón cuando trabaje en el proyecto del Getty) Untitled,1968. Un disco de acrílico convexo separado a unos 60 cm de la pared. Iluminado desde el techo las sombras crean varias siluetas del mismo disco creando una ilusión óptica de estos objetos flotando en el espacio. Fuckin Incredible!. La obra de Irwin es bastante sensorial y densa – esta en su naturaleza por ser de la vanguardia del west coast de los 60s. De ahí a China Town y sus miles de puestos y restaurantes un gran swaptmeet – gente haciendo sus compras para la cena desde verduras, pescado y ranas vivas.

Diary of a Road Trip



La semana pasada después del sepelio de mi abuela – Doña Guadalupe Arévalo de 94 años- me fui con la familia a San Francisco en carro. Con mis dos hijas Renee de 14 y Ángela de 7 en el asiento de atrás y mi esposa Monica de copiloto viajamos por el HWY 101 hasta llegar a un pueblito muy simpático llamado Solvang.

Solvang fue fundado por los daneses hace más de un siglo y desde entonces el pueblo ha podido capitalizar con ese tema por medio de restaurantes y su arquitectura típica danesa. En realidad es lindo pero es otro “theme park” mas en California. A unas millas de Solvang se encuentran los viñedos de Santa Bárbara – otro paisaje hermoso y sublime.

Back in Town

Antes de cruzar a Tijuana despues del viaje a San Francisco en carro – escuche esto en un “conservative AM talk radio show”.

Los Angeles is becoming Tijuana and major cities in the United States becoming LA.

Back to reality!

Tijuana en el periodico El Mundo de España por Carlos Fresneda
Lunes 17 Julio 2006
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*Abajo de las imagenes de pagina se encuentra el texto en tamaño normal.



Al otro lado del muro

Un reportero de EL MUNDO viaja hasta la fronteriza Tijuana en la primera etapa de un itinerario por el corazón de la esencia latina de EEUU. Miami, Los Ángeles o Nueva York serán algunas de las escalas de la aventura esta semana

CARLOS FRESNEDA
Enviado especial

Tijuana suena a enjambre, vorágine, oleaje. Tijuana es la trampa, el sumidero, la ciudad/esponja que te succiona el alma y ya no te deja. Tijuana o el viaje mental, la orgía alucinógena, el delirio, el deschongue, el desparrame por cerros descerrajados que rompen sin previo aviso contra ese muro herrumbroso que acuchilla las lomas, muerde la playa y muere en el mar. La tierra prometida es un páramo, los tijuanenses bien lo saben de tanto asomarse. Quien más quien menos ha podido otear el norte y ha decidido quedarse aquí. La casa del inmigrante hierve con gente venida de más allá de México, pero la urgencia de saltar al otro lado se ha trasladado al desierto. Aquí se lleva, eso sí, la cuenta luctuosa de caídos en el intento (3.600), con esa procesión de cruces, ataúdes, altares, crespones, conjuros, jeroglíficos (grafitis) y pintadas sangrantes: La Frontera: una llaga abierta. Pero, antes de estrellarse contra el muro, hay que rendirle pleitesía a LaMona, y allá vamos. La Mona es a Tijuana lo que la estatua de la Libertad a Manhattan, con el dedo meñique apuntando al cielo a falta de antorcha. La Mona está desnuda, lechosa e inacabada, con sus pechos al aire, la cintura prieta y las caderas anchas, hundida en el cañón de La Mona (de ahí el nombre), entre un farallón de escombros y chabolas. La Mona se llama, en realidad, Tijuana: tercer milenio y es obra de Armando Muñoz, que decidió celebrar el centenario del rancho de la Tía Juana con esta estatua de 17 metros. Desde el habitáculo interior de la figura, el artista sigue, con paciencia de santo, su obra infinita.

Preguntamos por el padre de la insinuante criatura de piedra, pero no está. Las chicas de la limpieza nos dejan entrar y tomarle las medidas a la escultura habitable. Los vecinos nos advierten: «Y si estuviera Armando, le daría igual: no suele atender a las visitas; está harto de que vengan aquí los curiosos». Todos los años, 60 millones de viandantes atraviesan el puesto fronterizo de Tijuana, el más transitado del planeta. Y ahora vamos a pedirle al visitante que haga un esfuerzo de imaginación, que se olvide de La Mona, que se despoje de ese espejismo que es Tijuana e intente mirar el muro desde el otro lado.

Quisimos salir al encuentro de Marcos Ramírez ERRE, combative artista tijuanense, en su propio estudio al pie la frontera, pero fue él quien nos sugirió «darle la vuelta al muro», dejar de alimentar el mito de Tijuana «como si fuera Tombuctú» y encontrarnos aquí, ante la valla publicitaria que él mismo ha titulado: El Proyecto del Prejuicio. ERRE, 45 años, vive y se nutre del frontal entre las dos culturas. Hasta los 14, atravesaba a diario la frontera en bicicleta sin que nadie le dijera nada, pero me salió «el bigotillo y tuve que fichar». Sus hijos estudian ahora en el lado Americano y podrían llevar una vida plácida en San Diego, «el barrio más bonito de Tijuana». Pero la conciencia, el corazón y el instinto le dicen que hay que vivir on the run, a la carrera, «de volada» entre estos dos mundos separados por el óxido y la incomprensión. El anuncio gigante que ha urdido ERRE para la exposición Extraño Nuevo Mundo (excusa primera y última de este viaje) consiste en una panorámica del muro desde el lado estadounidense, con el cuello rojo de un cazador de inmigrantes en primer plano y un ambiguo lema sobre
su cabeza firmado por el norteamericano Mike Davis: «No seas un hombre por un solo minuto. Sé un hombre toda tu vida». Los vigilantes se lo han tomado como una ofensa y han replicado con otra proclama: «¡Paremos la invasión!». «Yo no sé a qué invasión se refieren,
si será la invasión de Irak», se defiende ERRE. «Me queda la duda…
En el fondo, cada cual es muy libre de interpretar el mensaje según sus prejuicios. Amíme gustaría que sirviera como punto de diálogoy reflexión, aunque yo tengo muy claro lo que representa el muro: un borrón imperdonable, un pronunciamiento contra la Historia. ¿Que lo levantan más álgido? La gente lo cruzará por abajo». ERRE ha trabajado en la construcción acá, como abogado allá, como artista en todo el mundo. Aunque, si tuviera que elegir, se quedaría
seguramente con la nebulosa de Tijuana: «La mitad de las cosas que te digan de mi ciudad no debes creértelas, aunque una cosa es cierta: allá te sientes mucho más despierto, más vivo». Mientras le dejen, Ramírez seguirá cruzando todos los días la frontera fiel bajo el lema de Goytisolo: Dos culturas, mejor que una. Los visitantes de ciudades como Tijuana, Ciudad Juárez y Nuevo Laredo deberán permanecer en alerta y atentos a lo que ocurre a su alrededor en todo momento (advertencia del Departamento de Estado). A Tijuana se llega con la maleta cargada de prejuicios. Se deja atrás el bunker americano y parece que todo sean peligros y acechanzas. Los periódicos se tiñen de rojo y hablan de la última balasera de los narcos del cartel de Tijuana, o de los cadáveres aparecidos en el reguero del río, de las mil gangas o bandas callejeras, del penúltimo escándalo de corrupción municipal.

VIAJE AL OTRO MUNDO. El sol pega más fuerte a este otro lado, las sombras se hacen traicioneras. Los tres mil taxis libres prometen llevarte de volada al fin del mundo; el vendedor de raspados, nieves y diablitos se conforma con matarte la sed. El tráfico incesante, el trasiego humano y los puestos callejeros lo llenan todo de un desconcertante ruido. Los colores son más intensos; los olores penetran hasta las sienes. Tijuana o el «sobaco» de América Latina (Gael García Bernal). «Tijuana, sexo, tequila y marihuana», que cantó Manu Chao. Siete de cada 10 californianos del norte no se atreven a cruzar la fontera por miedo, aunque los viernes por la noche traen cola: evasión en masa de gringos que huyen del tedio de San Diego y vienen a perderse dos horas no más, lo justo para coahuilazo. Coahuila o la zona, para entendernos.
Donde todo vale, hasta cierto punto. Más de 13.000 trabajadoras del sexo censadas por las autoridades sanitarias, y las que no lo están. Unos 900 niños y niñas. Quinientos dólares por desvirgar auna cherry girl. Y la advertencia severa a los visitantes sin escrúpulos: «Trafica con menores aquí, acaba en la cárcel allá». Bajo el arco futurista de la Revo, la avenida Revolución, los mariachis hacen también la calle a su manera. Se venden al mejor postor. Llegan dos tipos en un carro lujoso con los cristales ahumados. Les preguntan que a cuánto la función. Peso arriba, peso abajo: trato hecho. Los mariachis se suben al coche, rumbo a una fiesta en los altos de Agua Caliente: Piérdete conmigo/aunque sea una noche de mi vida/ piérdete conmigo/ que con cariño yo sabrécorresponderte.

La mitad de los vecinos de Tijuana nacieron fuera. El 30% de la población tiene menos de 15 años; entre 5.000 y 10.000 niños viven en la calle. Tijuana es joven, como Jaime Ruiz Otis, que tiene un aire a lo Quentin Tarantino y nació hace 29 años en Tecate. Trabajó, como es de rigor, en una maquiladora, ensamblando chasis de camiones. Pudo ser conductor de rallys; tal es el brío con el que maneja por el bulevar Salinas. Pero se quedó en artista emblemático del neorrealismo en la era de la globalización, que no es poco, y ahora mismo nos lleva a la planta recicladora de Arjamex, a la busca de fósiles urbanos. Otis tiene algo de arqueólogo industrial, revolviendo entre tornillos, bisagras y tuercas, descubriendo tesoros como ese filamento de cobre tan fino que podría usarse como peluca, trepando a lo alto de una montaña de latas prensadas de Coca-Cola.
A Jaime no le gusta tijuanizar en exceso. El amor loco por su ciudad adoptiva ha dejado paso al empacho temporal, a la asfixia transitoria: «Quiero salirme un rato, ver otros horizontes. Tal vez para volver y apreciar más lo que tenemos aquí. O tal vez no: Tijuana está lleno de tipos bien chingones, con ganas de hacer cosas, pero el ambiente se me hace oprimente». Otis, que ya estuvo en ARCO, es uno de los artistas más pujantes de ese Extraño Nuevo Mundo que se exhibe en San Diego. Allí están sus Registros de Labor, que pronto veremos en La Caja Negra madrileña: planchas de poliuretano donde los trabajadores de la maquilas, sin saberlo, fueron dejando su impronta a lo largo del tiempo.

Tijuana crece a razón de dos hectáreas por día; el 37% de las casas son infraviviendas sin agua corriente; sólo el 30% de los edificiosson construidos por albañiles profesionales. Calcular la población de Tijuana es lo más parecido a elucubrar con el sexo de los ángeles. René Peralta, 37 años, arquitecto en una ciudad sin arquitectura, se atreve, sin embargo, a especular: «Posiblemente, estemos ya más cerca de los tres millones que de los dos». Tijuanense de cuarta generación, artífice del estudio Genérica y devoto de Rem Koolhaas, Peralta anda dándole vueltas y más vueltas a esa ciudad de los delirios que crece como un cáncer.
Con él recorremos mentalmente la Tijuana que quiso y no pudo ser: los pastiches superpuestos del centro, las reliquias pseudomodernistas que aún quedan, la grandeza desfasada y tardía del Paseo de los Héroes, la bola gigante del centr cultural. Y también las colonias de
cartolandias (chabolas) que aún ocupan una tercera parte del territorio urbano, las hileras de seriados (miniadosados para la clase media/ baja) que trepan por los desmontes con una voracidad cuartelera, las villas de estilo cutre lux que invaden los barrios ricos.

‘CASA NON GRATA’. Peralta nos presenta a sus colegas Daniel Carrilo y Omar Bernal, de Oficina 3, que acaban de pasar a la historia local por su casa non grata, así bautizada por el boicot que provocó entre los vecinos. Más de tres años tardaron en digerir la idea de una vivienda rompedora, construida con materiales reciclados, que ha colocado por fin a Tijuana en el mapa de la revistas de arquitectura. Tijuana o la ciudad transa, donde la realidad se recicla o se negocia hasta lo inimaginable, donde todo está por hacer o por deshacer, donde la anarquía ha sido hasta hace poco la ley, y no hay forma de abarcarla o entenderla en su conjunto, sino en jirones o teselas, como un puzzle en el que las piezas se resisten a encajar.

René Peralta es también un teórico de la tijuanología. Con el escritor Heriberto Yepez y la antropóloga Fiamma Montezemolo, acaba de firmar Aquí es Tijuana,el libro que aspiraba a ser compendio y se quedóen preámbulo, como todo en esta ciudad desconcertante. Porque a Tijuana, lo que se dice Tijuana, no hemos llegado todavía a entrar. Peralta, que pudo quedarse en Londres o emigrar a Los Ángeles, promete estar en la ciudad cuando volvamos, aunque no puede asegurar que todas sus casas estén en el mismo sitio para entonces, tal es su veleidad mutante. Entre tanto, le pedimos prestadas algunas de las pinceladas fugaces y de los guarismos fluctuantes que nos llevamos como recuerdo de este emocionante viaje. Tijuana es la ciudad con las estadísticas más infladas del planeta. Y bueno, sí, Tijuana ha tijuanizado México y parte del mundo, aunque al otro lado del muro se van enterando ahora. De Tijuana como meca cultural, más allá del tópico de la Sodoma mexicana, empezó a hablarse allá por los años 80. Eso sí, siempre flotó en el aire un humillo proclive a la experimentación y al mestizaje. Los happenings del Taller de Arte Fronterizo dan paso a la generación Nortec, y Tijuana se vuelve vanguardista y electrónica. La ciudad deja de estrellarse día y noche contra el muro de la vergüenza, se mira por primera vez el ombligo sucio, celebra como nunca antes sus conquistas y sus miserias. Fussible le pone música al Tijuana makes me happy y el problema ahora es cómo superar el cliché, cómo sobrevivir al tópico de que esta ciudad vibrante, visceral y fea es el melting pot, el caldero hirviente o la olla podrida de América Latina. Aunque posiblemente lo es, por su condición de potente rompeolas del Tecer Mundo en ese Primer Mundo que siempre levanta fortalezas inexpugnables y se repliega. Tijuana, como apunta Carlos Monsiváis, es «la frontera y la imposibilidad de la frontera, un júbilo simultáneo del vicio y de la virtud, y es la ansiedad de marcharse y el deseo de quedarse y volver a nacer».



Hoy inicio el evento Opera en la Calle en la colonia Libertad aquí en Tijuana.

La colonia Libertad es la mas antigua de Tijuana pegada al Centro y a la Línea Internacional.

Casa de los primeros pobladores que cruzaban a trabajar a san diego, de muchos personajes del deporte como también de la cultura y música de Tijuana. La “Liber” también fue conocida por sus cholos, pachuchos, homis etc.

La calle quinta donde se ubica el viejo cine Libertad se cierra al trafico vehicular y se instalan una cantidad de puestos de comida, vino, artesanías y un gran escenarios para el espectáculo que no para desde las 10 am a 10 pm. No soy un gran conocedor de Opera, pero el evento me confirma que el espacio publico siempre se enriquece cuando le damos lugar a la ambigüedad –asombra la complejidad y relaciones de “eventos” a varias escalas que se presentan. La calle quinta es cualquier calle en Tijuana – Opera en la calle es un swap meet cultural – y como todo tianguis usa y se instala de forma parasitica en la infraestructura urbana. La ciudad en este caso por su forma urbana promueve las relaciones sociales – imposible que ocurriese en las nuevas comunidades bardadas y seriadas se los últimos 15 años.

Enhorabuena Opera en la Calle y la Liber incluyendo sus pachuchos y lowriders.

Hybridity revisited

Mandelbrot – Tiuana – 2001

The Mandelbrot building integrates to distinct yet instrumental modes of building practices within the city. A traditional structural steel frame is merged with systematic production methods commonly found in the manufacturing plants (maquiladoras), encouraging a hybrid technique that performs to optimize space and labor through simultaneous fabrication on and off site.





Buildings are historically neoclassical, modernist, post modern etc, yet architectonically they are NOW.

The intention of conservationist is to freeze a building to a form it never had, because we think that searching for the origin gives a sense of clarity, e.g. searching for the meaning of a word by going back to its origin, consequently in a Hegelian manner some would say the essence of architecture is going back to the hut, therefore architecture is dwelling.

The project for the Florence Medical Center is not a restoration – the building has good karma – it is a reincarnation. The building was strip of its many appendages in order to shed a new skin. A façade that reflects it’s inside function and maintains an urban presence – street relationship.

Florence is a project that deals with history as process rather than an image.

The pattern of the facade acts as a skin that reads the programmatic activities of the building’s interior

Disclaimer: the red glass block in the corner has a symbolic function. Florence used to be owned by Dr, Aubanel, patriarch of the same family that decided to hire Thom Mayne and Michael Rotondi to build Hospital del Prado a building that has a green glass façade as its main element. The red block is a small tribute.



Davis and Monsivais – Live at the Centro Cultural Tijuana.

Last Thursday in El Centro Cultural Tijuana, Mike Davis and Carlos Monsivais conversed on the issues and situation of the border. I must say that I have enjoyed Davis books and consider his work essential as it pertains to urban studies and distopic conditions of the post-urban. In regards to Monsivais I have had a sincere respect for his work, yet I have my doubts on his analysis of Tijuana. It is apparent to me that for Monsivais Tijuana always has a folkloric element to it that is categorized more and more by a 1970’s centralized view of Tijuana, of not being truly Mexican – the same ideology that brought about the construction of the Tijuana version of Paseo Reforma in Mexico City – Paseo de Los Heroes. Interestingly enough it is during the same time that Monsivais recalls participating in a rally with Ruben Vizcaino and a group of prostitutes on Avenida Revoluvion against the bad rep of Tijuana – and the construction of Zona Rio. In his analysis or recollection this is the precise moment in time (it was his first visit to Tijuana) when a cultural awakening occurs in the city which has influenced the present literary and artistic production. I suspect that this view is a common one due to the Medias portrayal of the city. Being born in Tijuana and from a family that extends to 5 generations, I can assure you that there was cultural production before the 70’s. I suspect also that the artistic flourishing of culture now has to do more with the dilapidation of our urban culture, therefore the production deals with the embellishing of chaos and disorder.

Its it imperative to see how during the 40’s and 50’s the city had an established urban culture – meaning that we had zones where life “in” the city went hand in hand with cultural activities, creating an urban environment envious of many cities today. Beyond donkeys and prostitutes we had; jazz, bebop, big band, jaialai, bullfights, horseracing, car racing, cinema, cabaret, and many other activities that today are obsolete or have disappeared by our own negligence, a negligence that we now represent as our contemporary cultural manifestation.

Mike presented his perspective toward the north to south invasion across the border, a concurrent theme in this blog specifically in “Tijuana or Bust”. His contrary and always Marxist attitude of resistance constructs a well formulated scenario of the “take over” of the precious Baja California landscape by greedy developers and upper class suburbanites from the US. He remarked that the hundreds of housing developments being built in the Baja coast is a suburban model that brings theme park iconography and costs so exuberant ( compared to what Mexicans can afford ) that these gated communities will be populated by “gringos” and cleaned, serviced and landscaped by Mexicans in their own land. Therefore the invasion works both ways, yet according to Davis the worker that crosses to the North does so in search of a better way of life, while the suburbanite crossing to Mexico come to impose a secluded and capsular way of life while creating environmental havoc through land scrapping. It’s unfortunate that, having one of the most beautiful and diverse ecosystems in the world, we as architects, planners and developers of this country participate in its destruction. I agree with Davis, yet there must be a method of planning and development of the coast where tourist and citizens can enjoy the geography for generations to come.

Reseña de “Aqui es Tijuana”/”Here is Tijuana” por Michael Bell

Para el Architects Newspaper de NY.


Every—where All at Once

by Michael Bell

A 2002 exhibition organized by the Museum of Modern Art titled “Life of the City” included in its three parts a wholly relocated version of what had been an instantly organized and auto curated exhibition “Here is New York.” Mounted first at a SoHo storefront in the days immediately following 9/11—Here is New York borrowed its title of the E.B. White essay of the same name. White’s essay—or more precisely, the title of White’s essay has levitated over Manhattan‘s literary world since it was published in 1949. It is the perpetual present tense of White’s title—its attempt to inhabit the moment, a flash of experience that was commensurate with the isolation and simultaneous crush of the Manhattan life that was revised. At MoMA, just months after 9-11, the title was re-applied to capture the instant change that was life in New York City at 9-11. A real time museum emerged—the MoMA’s modernity re-emerged. But it was the emergence of a state of crisis set within an exhibition that startled: yet at MoMA it was framed in the context of the larger exhibition—“Life of the City.” The most difficult image I recall was a picture of a television monitor with the text “New York City Declares State of Emergency.”

Here is Tijuana is presenting another form of a perpetual present tense emergency—one we have known for a far longer period of time. But Tijuana is also presented as a wide breadth of future potentials. In the genre of books that have embarked on a urban reconnaissance mission, “The Harvard Guide to Shopping,” “Ladders,” “City of Quartz,” “The Contemporary City” — all prodded at a public that was aware of crisis, but set in a somber lull: not unaware of disaster, but unable to harness the indignation or overt fear in the face of what counted as outright predation. After 9-11 New York’s emotions were cut wide open—and a television declaring directly “State of Emergency” invoked a kind of stilled but total pandemic; and over conscious of knowledge of a present so changed in an instant that it must be understood as a perpetual flash. Here is Tijuana is such a present— after emerging for the last 35 years Tijuana now IS—it is still the border zone, it is still the doppelganger of poverty that shows the inequity of the border at San Diego—but it also now a teaming and centerless milieu that expands east, south as much as pressing north; it is seamlessly wealthy and poor in endless gradients.

Tijuana is a locked entity—an impasse—as much a mathematically coded living and changing zone. Here is Tijuana presents a place and a condition. It’s emergent as well as here and oddly like New York we have always known it well but been unable to really see it. Tijuana is demanding to be understood but somehow opaque.

Nearly 20 years after the publication of Zone Books “The Contemporary City” and well after Mike’s Davis’ work on the Los Angeles and more recently on the global poor and slums, Here is Tijuana has deep footings—but it also must be read with an eye to the future. It’s latent question is how do we constitute the depiction of social emergencies today; how do we see them, respond to them; and indeed what is the state of recourse for those who live under crisis conditions when the flash point that would allow change is also perpetually out of reach. Here is Tijuana’s montage offers a deep sense of joy—its obvious the authors love the city, and are not demonstrating social need as much human potential, but in the light of the book’s historical footings we must ask what becomes of the metropolis that was always luring—even predatory. Something far more dangerous than New York is being depicted here— a metropolis that lures people to the border but is not designed to allow access (to the United States) becomes something internally self and re-generative; returning to itself the energies it spent on exit. Tijuana is of course everywhere: but its harder to see this without the overt border condition of San Diego and Tijuana—at the border the stilled zones of internal machinations lie counter to the heady streaming of monies that so easily characterizes the global city of the wider press—but this stillness is everywhere. It IS very much the new metropolitan life.

Text by: Michael Bell

Michael Bell

Associate Professor of Architecture

Director Core Design Studios

Coordinator Housing Studios

Columbia University, GSAPP

[email protected]