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Day: March 5, 2008

Un reportaje sobre el documental que esta realizando Shinpie Takeda sobre las familias Japonesas en Tijuana.

Tradición e injusticia

La historia de los japoneses en Tijuana se remonta casi un siglo

Pablo Jaime Sainz [Enlace]

TIJUANA — Genaro Nonaka recuerda las fiestas en su casa en esta ciudad cuando era niño, fiestas en las que el japonés se mezclaba con el español, donde la carne asada se servia con arroz al vapor.

“Los mayores casi siempre hablaban japonés, pero los chiquillos correteábamos hablándonos en español unos a otros”, dice Genaro Nonaka, un hombre de 77 años, hijo de padre japonés y madre mexicana.

Dice estar orgulloso de ser nisei, un japonés de segunda generación viviendo en Tijuana.

Su padre, José Genaro Kingo Nonaka, era un inmigrante japonés que llegó a Tijuana a principios de los 1920 y que se convirtió en el primer fotógrafo oficial de la ciudad.

La familia Nonaka era parte de las 130 familias de origen japonés que radicaban en Tijuana a principios del Siglo xx, cuando miles de japoneses emigraban a los estados sureños de Oaxaca y Chiapas a trabajar en el cultivo del café.

Al escasear el trabajo en el campo, muchos de ellos emigraron de nuevo, pero ahora la meta era llegar a los Estados Unidos.

Algunos decidieron quedarse en Tijuana, que en ese entonces era un pequeño pueblo fronterizo que prometía un buen futuro económico.

“Eran muy trabajadores y podían lograr mucho con poco”, dice.

Un nuevo documental de un cineasta sandieguino retrata la vida de la comunidad japonesa en Tijuana, una población que rara vez es mencionada en los libros de historia, antes y después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los japoneses que vivían en la frontera y en las costas mexicanas fueron reubicados a la fuerza al centro del país.

La reubicación forzada de familias japonesas que vivían en los Estados Unidos a campamentos de concentración después de que Japón bombardeó Pearl Harbor está muy bien documentada.

En cambio, la suerte de las familias japonesas en México durante esta era es prácticamente desconocida. Las que vivían en la frontera norte y en las costas fueron desalojadas de sus hogares. El documental El México más cercano a Japón / The Closest Mexico to Japan cuenta sus historias.

El filme fue dirigido por Shinpei Takeda, él mismo un inmigrante japonés que se mudó a los Estados Unidos hace 10 años para hacer sus estudios universitarios.

“A través de la inmigración que ocurrió de Japón a México a principios del Siglo xx quizá podamos aprender algo”, dice Takeda. “Cuando dicen que la globalización empezó apenas hace algunos años, pienso que ya existía desde principios del Siglo xx”.
Takeda es cofundador de la agencia internacional sin fines de lucro AJA Project, que ayuda a niños refugiados en Tailandia, Colombia y San Diego a contar sus historias a través de la fotografía y otros medios.

“Él era el puente”

El filme es parte de una serie de documentales copatrocinados por el Trans-Border Institute de la Universidad de San Diego que se presentará en la Semana de Cine Fronterizo del lunes 4 al jueves 7 de marzo en el Joan B. Kroc Institute for Peace & Justice de la universidad.

Un nuevo documental cuenta la poco conocida historia de los japoneses en Tijuana. Un pionero fue José Genaro Kingo Nonaka, un fotógrafo que captó la ciudad en los principios del Siglo xx. Éste es un retrato de estudio de sus hijos, María y Uriel, tom

En el documental de 45 minutos, que está hablado en español y japonés con subtítulos en inglés, Takeda entrevista a varios niseis, ya ancianos, que cuentan sus recuerdos de niños.

Genaro Nonaka da una semblanza detallada de la vida de su padre, quien se nacionalizó mexicano a los pocos años de llegar a Baja California.

“Mi padre era el puente entre la comunidad japonesa y los mexicanos”, dice. “Se involucraba en todo, era muy movido, muy creativo, siempre buscando en qué ayudar”.

Su padre era considerado el fotógrafo oficial de la ciudad en aquellos años cuando no mucha gente tenía cámara fotográfica. En sus retratos y panorámicas se puede ver el desarrollo de Tijuana entre 1924 y 1942. Ahí están grabados la vida cotidiana de la ciudad, sus gobernantes, sus eventos públicos.

Además de los Nonaka, otra familia japonesa, los Yasuhara, se convirtieron en parte central de esta comunidad tijuanense.

So Yasuhara, quien también había emigrado de Japón para trabajar en el campo mexicano, fue uno de los fundadores de la Asociación Japonesa de Tijuana, que en aquel entonces organizaba torneos de beisbol y trataba de mantener vigentes la cultura y tradiciones japonesas en la ciudad.

“Con mucho esfuerzo mi padre pudo abrir un bar y un restaurante”, dice en entrevista con Enlace Alberto Yasuhara, de 73 años. “Después fue adquiriendo más terrenos y abriendo más negocios. En Tijuana encontró un buen lugar para formar una familia con mi madre”.

Pero, de un tajón, todo cambió con la Segunda Guerra Mundial.

“Fue algo muy injusto”

Como México era un aliado de los Estados Unidos, por decreto federal se ordenó que todos los japoneses, alemanes e italianos fueran alejados de las fronteras y costas del país y que se concentraran en la Ciudad de México y Guadalajara.
Una vez ahí, los japoneses fueron dejados a la deriva y tuvieron que buscar empleo y vivienda por su propia cuenta, dice Catalina Velásquez, quien estudia las comunidades asiáticas de Baja California.

Esta foto de 1936 muestra a las dos hijas de José Genaro Kingo Nonaka y sus amigas enfrente de su casa en Tijuana. Desde la derecha, son María Nonaka, Carmen Álvarez, Virginia Nonaka y una amiga no identificada.

“Lo que habría que recordar es que el gobierno mexicano tenía una enorme presión del gobierno de los Estados Unidos de seguir sus ordenes”, dice Velásquez, quien es profesora en la Universidad Autónoma de Baja California.

La mayoría de las familias japonesas en Tijuana tuvieron unos cuantos días para ser desalojadas y mudarse al centro del país. Algunas otras, como las familias Nonaka y Yasuhara, pudieron pedir un permiso para permanecer por unas semanas más para hacer trámites legales y dejar encargados sus terrenos y negocios.

Salieron con sólo pocas pertenencias dentro de una maleta, dejaron encargadas sus propiedades y partieron hacia el centro de México.

“Tuvieron que salir inesperadamente y en forma acelerada vendieron sus bienes materiales en cantidades irrisorias”, dice Gabriel Rivera, coordinador del Archivo Histórico de Tijuana. “Fue algo muy injusto lo que se hizo con ellos”.

Algunos japoneses regresaron a Tijuana al terminar la guerra. Otros, como José Genaro Kingo Nonaka, nunca lo hicieron. Él falleció en la Ciudad de México en 1975, a los 86 años.

“Mi padre se decepcionó de que en Tijuana no hubo apoyo para su familia”, dice Genaro Nonaka, quien regresó a Tijuana en 1986.

Las familias que regresaron se encontraron con que sus terrenos estaban a nombre de otras personas, que sus pertenencias habían desaparecido.

So Yasuhara, quien antes era propietario de bares y hasta de un campo de beisbol, regresó para empezar de cero. Pero nunca pudo recuperarse de la pérdida.

“Se robaron todo”, dice Alberto Yasuhara, quien vive con su hermano y hermana en la única casa que su padre pudo recuperar en el centro de Tijuana. Los hermanos Yasuhara también tienen una pequeña tienda de regalos a un lado de su casa.

“Son muy activos”

Actualmente en Tijuana viven unas 150 familias japonesas, dice Genaro Nonaka. Debido a que la mayoría son de cuarta y quinta generación y muchos pertenecen a familias mezcladas, es difícil saber el número exacto de descendientes de japoneses en la ciudad.

Tijuana aún atrae a inmigrantes japoneses, pero ahora son administradores de maquiladoras locales de grandes compañías como Sony, Hitachi y Toshiba, las cuales contratan a miles de trabajadores mexicanos.

La Asociación Japonesa de Tijuana, fundada hace casi 100 años, promueve la cultura japonesa a través de eventos comunitarios, clases de comida y arte japoneses y festivales. Muchos niños mexicanos toman clases de japonés, dice Horacio Kohakura, presidente de la asociación.

“Los japoneses-mexicanos son muy activos”, dice la investigadora Velásquez. “Yo creo que esto habla de una

Pablo Jaime Sainz – (619) 293.1093

Un reportaje sobre el documental que esta realizando Shinpie Takeda sobre las familias Japonesas en Tijuana.

Tradición e injusticia

La historia de los japoneses en Tijuana se remonta casi un siglo

Pablo Jaime Sainz [Enlace]

TIJUANA — Genaro Nonaka recuerda las fiestas en su casa en esta ciudad cuando era niño, fiestas en las que el japonés se mezclaba con el español, donde la carne asada se servia con arroz al vapor.

“Los mayores casi siempre hablaban japonés, pero los chiquillos correteábamos hablándonos en español unos a otros”, dice Genaro Nonaka, un hombre de 77 años, hijo de padre japonés y madre mexicana.

Dice estar orgulloso de ser nisei, un japonés de segunda generación viviendo en Tijuana.

Su padre, José Genaro Kingo Nonaka, era un inmigrante japonés que llegó a Tijuana a principios de los 1920 y que se convirtió en el primer fotógrafo oficial de la ciudad.

La familia Nonaka era parte de las 130 familias de origen japonés que radicaban en Tijuana a principios del Siglo xx, cuando miles de japoneses emigraban a los estados sureños de Oaxaca y Chiapas a trabajar en el cultivo del café.

Al escasear el trabajo en el campo, muchos de ellos emigraron de nuevo, pero ahora la meta era llegar a los Estados Unidos.

Algunos decidieron quedarse en Tijuana, que en ese entonces era un pequeño pueblo fronterizo que prometía un buen futuro económico.

“Eran muy trabajadores y podían lograr mucho con poco”, dice.

Un nuevo documental de un cineasta sandieguino retrata la vida de la comunidad japonesa en Tijuana, una población que rara vez es mencionada en los libros de historia, antes y después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los japoneses que vivían en la frontera y en las costas mexicanas fueron reubicados a la fuerza al centro del país.

La reubicación forzada de familias japonesas que vivían en los Estados Unidos a campamentos de concentración después de que Japón bombardeó Pearl Harbor está muy bien documentada.

En cambio, la suerte de las familias japonesas en México durante esta era es prácticamente desconocida. Las que vivían en la frontera norte y en las costas fueron desalojadas de sus hogares. El documental El México más cercano a Japón / The Closest Mexico to Japan cuenta sus historias.

El filme fue dirigido por Shinpei Takeda, él mismo un inmigrante japonés que se mudó a los Estados Unidos hace 10 años para hacer sus estudios universitarios.

“A través de la inmigración que ocurrió de Japón a México a principios del Siglo xx quizá podamos aprender algo”, dice Takeda. “Cuando dicen que la globalización empezó apenas hace algunos años, pienso que ya existía desde principios del Siglo xx”.
Takeda es cofundador de la agencia internacional sin fines de lucro AJA Project, que ayuda a niños refugiados en Tailandia, Colombia y San Diego a contar sus historias a través de la fotografía y otros medios.

“Él era el puente”

El filme es parte de una serie de documentales copatrocinados por el Trans-Border Institute de la Universidad de San Diego que se presentará en la Semana de Cine Fronterizo del lunes 4 al jueves 7 de marzo en el Joan B. Kroc Institute for Peace & Justice de la universidad.

Un nuevo documental cuenta la poco conocida historia de los japoneses en Tijuana. Un pionero fue José Genaro Kingo Nonaka, un fotógrafo que captó la ciudad en los principios del Siglo xx. Éste es un retrato de estudio de sus hijos, María y Uriel, tom

En el documental de 45 minutos, que está hablado en español y japonés con subtítulos en inglés, Takeda entrevista a varios niseis, ya ancianos, que cuentan sus recuerdos de niños.

Genaro Nonaka da una semblanza detallada de la vida de su padre, quien se nacionalizó mexicano a los pocos años de llegar a Baja California.

“Mi padre era el puente entre la comunidad japonesa y los mexicanos”, dice. “Se involucraba en todo, era muy movido, muy creativo, siempre buscando en qué ayudar”.

Su padre era considerado el fotógrafo oficial de la ciudad en aquellos años cuando no mucha gente tenía cámara fotográfica. En sus retratos y panorámicas se puede ver el desarrollo de Tijuana entre 1924 y 1942. Ahí están grabados la vida cotidiana de la ciudad, sus gobernantes, sus eventos públicos.

Además de los Nonaka, otra familia japonesa, los Yasuhara, se convirtieron en parte central de esta comunidad tijuanense.

So Yasuhara, quien también había emigrado de Japón para trabajar en el campo mexicano, fue uno de los fundadores de la Asociación Japonesa de Tijuana, que en aquel entonces organizaba torneos de beisbol y trataba de mantener vigentes la cultura y tradiciones japonesas en la ciudad.

“Con mucho esfuerzo mi padre pudo abrir un bar y un restaurante”, dice en entrevista con Enlace Alberto Yasuhara, de 73 años. “Después fue adquiriendo más terrenos y abriendo más negocios. En Tijuana encontró un buen lugar para formar una familia con mi madre”.

Pero, de un tajón, todo cambió con la Segunda Guerra Mundial.

“Fue algo muy injusto”

Como México era un aliado de los Estados Unidos, por decreto federal se ordenó que todos los japoneses, alemanes e italianos fueran alejados de las fronteras y costas del país y que se concentraran en la Ciudad de México y Guadalajara.
Una vez ahí, los japoneses fueron dejados a la deriva y tuvieron que buscar empleo y vivienda por su propia cuenta, dice Catalina Velásquez, quien estudia las comunidades asiáticas de Baja California.

Esta foto de 1936 muestra a las dos hijas de José Genaro Kingo Nonaka y sus amigas enfrente de su casa en Tijuana. Desde la derecha, son María Nonaka, Carmen Álvarez, Virginia Nonaka y una amiga no identificada.

“Lo que habría que recordar es que el gobierno mexicano tenía una enorme presión del gobierno de los Estados Unidos de seguir sus ordenes”, dice Velásquez, quien es profesora en la Universidad Autónoma de Baja California.

La mayoría de las familias japonesas en Tijuana tuvieron unos cuantos días para ser desalojadas y mudarse al centro del país. Algunas otras, como las familias Nonaka y Yasuhara, pudieron pedir un permiso para permanecer por unas semanas más para hacer trámites legales y dejar encargados sus terrenos y negocios.

Salieron con sólo pocas pertenencias dentro de una maleta, dejaron encargadas sus propiedades y partieron hacia el centro de México.

“Tuvieron que salir inesperadamente y en forma acelerada vendieron sus bienes materiales en cantidades irrisorias”, dice Gabriel Rivera, coordinador del Archivo Histórico de Tijuana. “Fue algo muy injusto lo que se hizo con ellos”.

Algunos japoneses regresaron a Tijuana al terminar la guerra. Otros, como José Genaro Kingo Nonaka, nunca lo hicieron. Él falleció en la Ciudad de México en 1975, a los 86 años.

“Mi padre se decepcionó de que en Tijuana no hubo apoyo para su familia”, dice Genaro Nonaka, quien regresó a Tijuana en 1986.

Las familias que regresaron se encontraron con que sus terrenos estaban a nombre de otras personas, que sus pertenencias habían desaparecido.

So Yasuhara, quien antes era propietario de bares y hasta de un campo de beisbol, regresó para empezar de cero. Pero nunca pudo recuperarse de la pérdida.

“Se robaron todo”, dice Alberto Yasuhara, quien vive con su hermano y hermana en la única casa que su padre pudo recuperar en el centro de Tijuana. Los hermanos Yasuhara también tienen una pequeña tienda de regalos a un lado de su casa.

“Son muy activos”

Actualmente en Tijuana viven unas 150 familias japonesas, dice Genaro Nonaka. Debido a que la mayoría son de cuarta y quinta generación y muchos pertenecen a familias mezcladas, es difícil saber el número exacto de descendientes de japoneses en la ciudad.

Tijuana aún atrae a inmigrantes japoneses, pero ahora son administradores de maquiladoras locales de grandes compañías como Sony, Hitachi y Toshiba, las cuales contratan a miles de trabajadores mexicanos.

La Asociación Japonesa de Tijuana, fundada hace casi 100 años, promueve la cultura japonesa a través de eventos comunitarios, clases de comida y arte japoneses y festivales. Muchos niños mexicanos toman clases de japonés, dice Horacio Kohakura, presidente de la asociación.

“Los japoneses-mexicanos son muy activos”, dice la investigadora Velásquez. “Yo creo que esto habla de una

Pablo Jaime Sainz – (619) 293.1093

Shenzhen Biennale Invades LA

Mañana estare en la Universidad del Sur de California participando en una mesa redonda sobre los trabajos presentados en la bienal de Shenzhen China 2007-08

Theme: The city of expiration and regeneration
Moderated by: Peter Zellner
Speakers: LA-based participants of the Shenzhen Biennale including Tom Wiscombe, Marcelo Spina, Rene Peralta, Gail Peter Borden, Eui Sung Yi, Jay Sanders and Qingyun Ma.
Location: USC Campus, SGM 123
Time: Wednesday, March 5th at 6:00 pm

See archinect.com

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Shenzhen Biennale Invades LA

Mañana estare en la Universidad del Sur de California participando en una mesa redonda sobre los trabajos presentados en la bienal de Shenzhen China 2007-08

Theme: The city of expiration and regeneration
Moderated by: Peter Zellner
Speakers: LA-based participants of the Shenzhen Biennale including Tom Wiscombe, Marcelo Spina, Rene Peralta, Gail Peter Borden, Eui Sung Yi, Jay Sanders and Qingyun Ma.
Location: USC Campus, SGM 123
Time: Wednesday, March 5th at 6:00 pm

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