Illustration by Charles Glaubitz |
El miércoles 26 de junio, el Hotel Ticuán, ubicado en la calle 8 y Avenida Constitución, en el centro de Tijuana, fue la sede donde se presentó el “Plan conceptual para la revitalización del centro de Tijuana, B.C., México”, a cargo del Urban Land Institute San Diego / Tijuana (ULI: Instituto del Suelo Urbano San Diego / Tijuana). La presentación fue organizada por la comunidad empresarial tijuanense, en particular el Consejo de Desarrollo Económico de Tijuana (CDT) y presidida por el pánel de apoyo técnico del ULI (TAP por sus siglas en inglés).
El hotel está ubicado junto a un lote baldío donde estuvo alguna vez la Cárcel y Estación de Bomberos de Tijuana, mejor conocida como “La Ocho”, que fue demolida una noche de diciembre contra la voluntad de muchas asociaciones civiles que luchaban por su conservación como patrimonio histórico.
La ceremonia de presentación fue inaugurada con una palabras oficiales del alcalde de Tijuana, Carlos Bustamante, quien mencionó brevemente la importancia del plan conceptual y le aseguró al público que lo respaldaría el alcalde de San Diego, Bob Filner, puesto que ahora la alcaldía de San Diego tiene una oficina en Tijuana. Sin embargo, el señor Filner no estuvo presente para corroborarlo. Bustamante abandonó el evento inmediatamente después de sus comentarios inaugurales: quizás tenía una agenda apretada ese día o simplemente quiso evitar los reclamos de algunas personas del público referentes a la demolición de La Ocho.
El plan conceptual fue expuesto por el señor Greg Shannon, representante del TAP en Tijuana, presidente de Sodona Pacific y responsable del desarrollo del San Diego Ball Park District y del Mercado del Barrio en Barrio Logan, entre otros proyectos para el distrito de San Diego.
El plan
El plan conceptual del TAP para Tijuana comienza con una serie de proyecciones estadísticas sobre empleo, demanda de vivienda y distribución del ingreso y la población en Tijuana hasta el año 2025. Todos los datos fueron reunidos por la consultora Softec del Distrito Federal y pronostican un aumento en la población de Tijuana de 1.8 millones a 2.7 millones en 15 años (un incremento de 52%). Sin embargo, de acuerdo con el Dr. Tito Alegría, urbanista de El Colegio de la Frontera Norte (Colef), las cifras no son consistentes con las del Consejo Nacional de Población (Conapo), que calcula un incremento de tan sólo 18% (una población de 1,965,719 para 2025). Esta discrepancia en el crecimiento demográfico puede desorientar el cálculo total de nuevas viviendas y empleos proyectados por el plan para la ciudad.
A partir de las cifras de crecimiento poblacional de Softec, el TAP argumentó que habría demanda de vivienda, específicamente dentro del área de estudio, que abarcó 27 manzanas en el centro de Tijuana. Se crearon planes conceptuales para dos tipos de sitio: la manzana catalizadora, “uso de suelo que servirá para catalizar o promover el desarrollo dentro del área de estudio”, y la manzana muestra, según un esquema de uso mixto, con casas urbanas y edificios medianos de apartamentos (20 pisos) alrededor de patios centrales, como una simulación del Plan Cerdà, aunque con densidades cambiantes a medida que se recorre la manzana.
Hacia el final, el plan presenta a los desarrolladores una fantasía urbana vertical y, al mismo tiempo, una perspectiva incosteable para la población proyectada a futuro, que muy improbablemente ocupará el centro de la ciudad, sino más bien su lado oriente, pues ganará cien dólares al mes trabajando en las maquiladoras. Bueno, pero seamos un poco optimistas: supongamos que la proyección se refiere a gente como yo, tijuanenses transfronterizos, que formamos como 8% de la población y que con nuestros sueldos sandieguinos podemos costear un loft en el piso 20 sobre Avenida Revolución. No, esto es poco probable, puesto que este sector de la población no parece estar aumentando, debido a las estrictas leyes migratorias para obtener visas laborales en Estados Unidos.
Urbanismo para todos nosotros
El célebre urbanista Kevin Lynch dijo alguna vez que Tijuana y San Diego “podrían ser el centro de una gran región internacional, un punto de encuentro vital entre dos culturas vivientes”. Y vaya que el centro de Tijuana se ha vuelto vital durante los dos últimos años, pero no por enormes inversiones ni por la construcción de edificios altísimos, sino por la determinación de algunos inversionistas locales jóvenes que han decidido recuperar construcciones antiguas instalando restaurantes, nuevas compañías, galerías de arte o apartamentos tipo loft de dos pisos. Este método de “acupuntura”, de desarrollo lento pero creciente y sostenido, no fue tomado en cuenta por el plan conceptual del equipo asesor del ULI.
Teddy Cruz, arquitecto de San Diego, profesor de la Universidad de California en esa ciudad y conocido por promover un urbanismo desde las bases, visitó Tijuana la misma semana que se presentó el plan conceptual del ULI, como parte del equipo del alcalde Filner encargado de “incubar” nuevas ideas de desarrollo urbano. Junto con Mario López, encargado de la recientemente formada Oficina de Asuntos Binacionales, Teddy Cruz se presentó ante un grupo de arquitectos jóvenes, muchos de ellos responsables de la restauración de edificios antiguos y de la acupuntura urbana en el centro de la ciudad. Cruz ofreció una charla provocadora acerca de cómo otras ciudades latinoamericanas, entre ellas Bogotá y Medellín en Colombia, han repensado el desarrollo urbano a partir de la participación comunitaria con las instancias gubernamentales responsables de administrar los fondos para el desarrollo urbano. Se trata de una estrategia innovadora y exitosa que ha llevado infraestructura e instituciones culturales a colonias de bajos recursos, así como el sistema de autobuses articulados Trans Milenio, mundialmente conocido por su eficiencia y proporción costo-beneficio para la movilidad urbana.
La mayoría de los ejemplos presentados por Cruz han sido de alguna manera subsidiados por la voluntad de los gobiernos federales y locales de trasladar grandes partidas de fondos públicos hacia los barrios y colonias que requieren desarrollo a gran escala, así como de recurrir a tácticas prosociales de obra pública, entre ellas la expropiación de propiedad privada. Es difícil que Tijuana siga este modelo, pues su ayuntamiento es conocido por su urbanismo de mercado y por vender predios públicos a inversionistas privados para que hagan con ellos lo que mejor les plazca. Parecía entonces que el ULI se estaba dirigiendo al público adecuado, los propietarios del centro de Tijuana, pero con una concepción vertical agresiva del desarrollo urbano en América Latina. Teddy Cruz presentó un enfoque comunitario de ritmo más pausado, pero al público equivocado y en una ciudad donde el gobierno sigue sin lograr ofrecer servicios públicos básicos a las crecientes comunidades periféricas.
Ambas presentaciones fueron positivas en la medida en que aludieron a las ideas expuestas por Kevin Lynch en 1974, en su informe Temporary Paradise, y podrían ser el comienzo de un nuevo diálogo entre estas dos ciudades fronterizas. Y al tiempo que ni la propuesta académica ni la empresarial parecen estar dando en el clavo, tijuanenses jóvenes, intrépidos y creativos siguen eligiendo los mejores puntos de acupuntura para estimular el centro de la ciudad.
Rene Peralta
“Tijuana Makes Me Happy”
Rafa Saavedra (1967-2013)