Schizoid-Urbanism in times of Pandemics
Entrevista que me hizo el periodista y escritor Omar Millán por correo electrónico y que se elaboró durante varias semanas cuando la crisis del Covid-19 iniciaba el proceso de infección en Estado Unidos y estaba por llegar a la frontera de Tijuana – San Diego.
Omar Millán: Dicen que la arquitectura, al igual que otras artes, comienza con preguntas, ¿qué pregunta te surge cuando ves a Tijuana, la actual Tijuana?
Rene Peralta: Entiendo a Tijuana como dos espacios-temporales distintos. Siempre me pregunto si estas diferentes “Tijuanas” pueden existir juntas o alcanzarán una masa crítica y se dividirán, como una célula que se divide en su momento crítico. La futura Tijuana se sumergirá en nuevas unidades dentro de la ciudad misma porque no puede crecer continuamente como una entidad unificada, si pensamos en la ciudad como un organismo entonces nace, crece, pero no continúa ese crecimiento infinitamente. Las ciudades, para sobrevivir, deben evolucionar y transformarse espacialmente (físicamente) y conceptualmente (redes socioculturales). Hemos visto a Tijuana intentar esta transformación antes, cuando pone en juego una serie de argumentos conceptuales como Ciudad Híbrida, La Tercera Nación o a través de sus cambios económicos y su geografía espacial a lo largo del siglo XX como la ciudad industrial, la ciudad del pecado, la ciudad informal de los migrantes o la Nueva Tijuana.
Tijuana es un estado de ánimo.
OM: ¿Cómo define su zona metropolitana?
RP: La palabra metropolitana viene del griego “ciudad madre” y consiste en una gran ciudad, o dos grandes ciudades, con una serie de pueblos y barrios que están económica y espacialmente integrados a la ciudad o ciudades mismas. Tijuana es parte de la unidad metropolitana formada por Tecate y Rosarito (ZMTTR). Pero en una forma más holística y en términos de geografía, podríamos incluir a San Diego en la mezcla.
Foto: Alfonso Caraveo |
OM: Para mí, la falta de pirámides o un pasado glorioso enterrado hacía de la frontera una metrópoli entregada sólo al presente. Tijuana tenía mitos – su propio nombre está asentado sobre la ficción Tía Juana – pero no lo determinaban. La ciudad siempre parecía mirar con esperanza de adolescente el futuro, optimista, a pesar de que estaba en medio de dos naciones que se odiaban y se anhelaban, con dos políticas e idiomas muy distintos, y que muchas veces habían descargado sus frustraciones y deseos en esta región. La frontera había intentado parecerse a ambas naciones; y en esa imitación paradójicamente consiguió su personalidad. Tijuana era una ciudad a medias, incompleta, ambigua. Sin embargo, en la última década se comenzaron a edificar una serie de rascacielos (condominios, oficinas, hospitales privados, hoteles) que parecen definir completamente el rumbo de Tijuana.
Primero, ¿qué fue lo que sucedió para que se diera este boom inmobiliario?
RP: Este nuevo modo de construir viviendas no es realmente una copia directa de San Diego, Los objetivos de desarrollo de SD en los últimos 20 años se han dirigido a construir comunidades más concentradas bajo los conceptos de TOD (transit-oriented development) o del Nuevo Urbanismo. En 2018, junto con colegas de San Diego y Tijuana reeditamos el informe de Kevin Lynch y Donald Appleyard para San Diego de 1974 titulado “¿A Temporary Paradise?”. Todavía se puede ver que los hallazgos e ideas de Lynch y Appleyard presentan un paisaje sostenible y un plan urbano que son parte de las estrategias de desarrollo actuales. Por lo tanto, en Tijuana, este auge de verticalidad es producto de una débil estructura de planificación por medio del urbanismo de mercado y son inversiones del sur en lugar del norte. Estos nuevos inversionistas buscan lugares rentables para desarrollar proyectos verticales y de alta densidad para compradores de clase media y alta, diferentes a las viviendas de clase obrera y de bajos ingresos construidas en la década de los 90, que hoy en día están inacabadas o abandonadas y que fueron básicamente un fracaso debido a la crisis financiera de 2008 y a la inexistente planificación urbana de todos esos fraccionamientos de viviendas.
Con el uso del marketing y la comercialización de moda, que en la mayoría de los casos son pretensiosas y clasistas, estas nuevas torres están apareciendo en las comunidades tradicionales de la ciudad con la afirmación de ser una gran inversión, en vez de una vivienda. Así que, los compradores/inversionistas lo ven como parte de una cartera de negocio para alquilar en el mercado de Airbnb. Es una forma extraña de construir viviendas porque construyes y luego intentas encontrar gente que quiera vivir (invertir) allí, en lugar de conocer las necesidades de la población actual y construir para ellos. Puedes ver que gran parte de este nuevo desarrollo de alto crecimiento se concentra en el mercado de EE. UU.
No es un desarrollo urbano novedoso, sólo objetos arquitectónicos que aparecen muy rápidamente y los estamos discutiendo en términos genéricos o como David Harvey podría decir como objetos espaciales absolutos, espacios cuantificables de individualización (es decir, metros cuadrados, altura, imagen y otros) que carecen de conceptos urbanos críticos.
Estos objetos son archipiélagos verticales de reclusión porque no sólo tienen que ser altos y ser capaces de producir ganancias, sino que también tienen que hacer frente a la falta de seguridad proporcionada por el Estado a nivel de la calle. Es una forma de vida capsular como señala el filósofo belga Lieven De Cauter, pero diferente de las cápsulas o “pods” de los arquitectos en la década de los 60 como el movimiento metabolista en Japón o los Archigram de Inglaterra que se imaginaban un mundo nómada con individuos libres y tiempo para moverse a su antojo por todo el mundo, por lo tanto, habitando viviendas mínimas. La idea de De Cauter es más distópica en el cual nuestra sociedad está polarizada buscando refugio en sus “vehículos, capullos arquitectónicos y enclaves urbanos”.
Estamos pasando de la segregación horizontal (terrestre) a una vertical (arquitectónica) con la bandera de la ciudad densificada como justificación.
Curiosamente De Cauter también incluye los tecno-aparatos diarios como parte de esta capsulización. Incluso mientras noto este tipo de vida en aislamiento, el actual desafío mundial con el virus COVID-19 podría llevarnos a confiar en la tecnología y la comunicación digital personal para mantener nuestras actividades sociales diarias. Así que esta pandemia añadirá leña al fuego y hará que la vida apartada y aislada sea mucho más atractiva para aquellos que puedan comprarlo. El capitalismo nunca pierde, prospera en tiempos de conflicto como hemos visto en el pasado, por eso es tan difícil pensar en una alternativa. La arquitectura se convierte entonces en el vehículo a través del cual el capital se reajusta, y por eso la arquitectura ya no es para la gente.
OM: Segundo, ¿el rumbo de “nuestra modernidad” era parecernos a una ciudad estadounidense, “orgullo capitalista” con edificios de cristales ahumados o había otras alternativas, otro rumbo?
El urbanista Lawrence Herzog menciona en su libro sobre la arquitectura de Tijuana “From Aztec to High Tech” que Tijuana nunca participó en el movimiento moderno mexicano o al menos nunca fue parte de él. Más tarde a través de megaproyectos como la del Zona Río, Cecut entre otros tuvimos alcance a este movimiento nacional. Sin embargo en esa mismas décadas nuestra identidad no era fija y por lo tanto teníamos un canvasen blanco para construir algo diferente en el norte de México, y lo hicimos por un tiempo en las artes, la música, la literatura, pero nunca se consolidó en un zeitgeist arquitectónico. Las pocas escuelas de arquitectura en la ciudad eran demasiado tradicionales con currículos que venían del centro del país. Perdimos la oportunidad de formar nuestra propia escuela, una escuela de Tijuana como la de Los Ángeles, Filadelfia o Nueva York. Yo diría que incluso San Diego no construyó una escuela, su arquitectura era un pastiche de los movimientos conservadores de otras partes de los Estados Unidos.
Tijuana tuvo la oportunidad de convertirse en un terreno experimental para nuevas formas de combinar lo formalcon lo informal, pero debido a que estas dos ideas estaban tan separadas/segregadas entre sí como en otras ciudades nunca se combinaron. Nos desviamos de nuevas formas urbanas, del edificio híbrido y la oportunidad de repensar la soberanía para construir una ciudad alterna a la producida por el neocapitalismo. Pero no ocurrió porque las condiciones económicas y financieras eran demasiado fuertes, y hoy mi generación está demasiado involucrada en hacer dinero, y en vez de imaginar nuevas formas de desarrollo regional volvimos al modelo de desarrollo tradicional conocido en todo el país.
Por eso es interesante ver cómo los agentes inmobiliarios de la ciudad comparten en los medios de comunicación social vagas publicaciones sobre ciudades sostenibles o ciudades transitables ideas que creen que forman parte del edificio que están vendiendo, haciéndolas parecer como si estuvieran al tanto de las tendencias actuales del urbanismo.
Los slogans son contemporáneos pero el modelo de desarrollo es arcaico para la ciudad.
Pero lo que hoy me preocupa es qué tipo de estructuras se van a edificar y cómo vamos a desarrollar esa otra mitad de la ciudad al oriente con casi 1 millón de habitantes que tiene una forma de vida y cultura distinta de la que los desarrolladores locales y medios de comunicación te están vendiendo. Un sector al que hace más de 20 años se le prometió una calidad de vida en micro casas que fue otro tipo de capsularizacion.
Al terminar esta entrevista estoy viendo como el virus COVID-19 está ahora más cerca de casa, y en la frontera, espacio entre el pánico del norte (San Diego) y la indiferencia del sur (Tijuana). Por lo tanto, esta crisis acelerará la subdivisión de la célula ciudad en dos unidades que tienen una cultura socioeconómica diferente y una de ellas provocará una construcción vertical mientras que la otra podría tener una densidad mucho más horizontal la ciudad se vive en realidades tempo-espaciales muy diferentes.
Rene Peralta
Marzo 2020